Existen nueve principios que proporcionan la pauta para
establecer una organización racional, se encuentran íntimamente relacionados y
son:
1. Del objetivo.
Todas y cada una de las actividades establecidas en la
organización deben relacionarse con los objetivos y propósitos de la empresa.
Es decir, la existencia de un puesto sólo es justificable si sirve para
alcanzar realmente los objetivos. Este principio a primera vista parece obvio,
sin embargo, la realidad muestra que muchas veces se crean puestos con la
consecuente implicación de costos y esfuerzos inútiles, que en nada contribuyen
a lograr los objetivos, sino que, al contrario, sólo ocasionan gastos innecesarios.
no hay que confundir a los sistemas organizacionales con sistemas burocráticos
o de papeleo excesivo; al organizar es necesario tener presente que la finalidad
primordial de la organización es promover la eficiencia, simplificar el trabajo
y no complicarlo
2. Especialización.
Este principio fue establecido por Adam Smith hace 200 años;
afirma que el trabajo de una persona debe limitarse, hasta donde sea posible, a
la ejecución de una sola actividad. El trabajo se realizará más fácilmente si
se subdivide en actividades claramente relacionadas y delimitadas. Mientras más
específico y menor sea el campo de acción de un individuo, mayor será su
eficiencia y destreza.
3. Jerarquía
. Es necesario establecer centros de autoridad de los que
emane la comunicación necesaria para lograr los planes, en los cuales la
autoridad y la responsabilidad fluyan en una línea clara e ininterrumpida,
desde el más alto ejecutivo hasta el nivel más bajo. Este principio establece
que la organización es una jerarquía.
4. Paridad de autoridad y responsabilidad.
A cada grado de
responsabilidad conferido, debe corresponder el grado de autoridad necesario
para cumplir dicha responsabilidad. No tiene objeto hacer responsable a una
persona por determinado trabajo si no se le otorga la autoridad necesaria para
poder realizarlo. De la misma manera que resulta absurdo conceder autoridad
para realizar una función, a un empleado, si no se le hace responsable por los
resultados
5. Unidad de mando.
Este principio
establece que al determinar un centro de autoridad y decisión para cada función,
debe asignarse un solo jefe, y que los subordinados no deberán reportar a más
de un superior, pues el hecho de que un empleado reciba órdenes de dos o más
jefes sólo ocasionará fugas de responsabilidad, confusión e ineficiencia.
6. Difusión.
Para maximizar las
ventajas de la organización, las obligaciones de cada puesto que cubren
responsabilidad y autoridad, deben publicarse y ponerse, por escrito, a
disposición de todos aquellos miembros de la empresa que tengan relación con
las mismas. Por otra parte, la descripción de labores no debe hacerse con
demasiado detalle.
7. Amplitud o tramo de control.
Hay un límite en cuanto al número de subordinados que deben
reporta a un ejecutivo, de tal manera que éste pueda realizar todas sus
funciones eficientemente.
8. De la coordinación.
Las unidades de una
organización siempre deberán mantenerse en equilibrio. Un ejemplo de esto puede
ser que de nada servirá contar con departamentos de mercadotecnia y finanzas
muy eficientes, si la transportación es tan mala que la compañía difícilmente
desplaza sus mercancías.
9. Continuidad.
Una vez que se ha establecido, la estructura organizacional
requiere mantenerse, mejorarse y ajustarse a las condiciones del medio
ambiente. La organización que es apropiada para la empresa en un momento dado,
puede no serlo posteriormente; por lo mismo, alguien debe tener asignada la
responsabilidad de observar la estructura organizacional y sugerir los ajustes
y modificaciones necesarios
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